Meditar no es para mí

Encuentra respuestas a las razones más comunes por las que la gente no quiere adentrarse en la meditación.

Meditar no es para mí. Esta es quizá la frase más escuchada al cuestionar a las personas por qué no lo han hecho nunca, o por qué no lo hacen actualmente. Desafortunadamente, se ha creado toda una cultura de tabú alrededor de este tema. 

¿Tendré que vestirme de alguna manera? ¿Debo alterar mis creencias espirituales o religiosas? Hay una infinidad de preguntas que nos llevan a un prejuicio sobre la meditación y el mindfulness; a continuación intentaremos darte respuestas a ciertos de los argumentos que más hemos escuchado cuando alguien nos dice "Meditar no es para mí."

Soy una persona muy hiperactiva, no puedo mantenerme quieta/o.

...¿Y ya lo intentaste? Mantenernos quietos puede sonar aterrador, el puro pensamiento puede darnos una ansiedad tremenda. ¿Qué si empiezo a pensar en cosas? Me va a doler la espalda. ¿Y si me da comezón?

Sin duda todas estos pensamientos son válidos, y te tenemos una noticia aún más complicada: Probablemente no lo logres a la primera. La mente se ejercita al igual que cualquier músculo, y requiere de mucha práctica para poder fortalecerse.

No importa qué tan lento avances, mientras no te detengas.

Confucio

Lo maravilloso de la meditación es que no tienes que hacerla por un tiempo determinado. Si en tu primera sesión lograste solo un minuto, es suficiente. Mañana podrás intentar hacerlo por dos minutos. Mejor todavía, no tienes que ir subiendo la duración forzosamente. Si un día pudiste hacer 10 minutos, y al siguiente solo 5, no hay problema.

Será tu misma mente quien vaya poniéndose cómoda y te irá pidiendo más tiempo de paz conforme se vaya acostumbrando.

La clave es simplemente concentrarte en el ahora, preferiblemente a través de tu respiración, y simplemente disfrutar de lo que puedes sentir y escuchar; sin aferrarte a nada y sin juzgar nada tampoco. Inténtalo, dedícale solo un minuto y verás lo reconfortante que es ponerte en modo No molestar por un instante.

Sin embargo, si realmente no puedes o no quieres estar en quietud total, hay muchos ejercicios de meditación alternativos; puedes hacerlo mientras comes o mientras caminas, por ejemplo. Lo que nos lleva a...

Yo medito de otras maneras.

¡Bien por ti! Cualquier actividad que realices que te ayude a relajarte, es un gran complemento a tu vida y tu día. Estas actividades pueden incluir el ejercicio, salir a caminar o escuchar música; o incluso una combinación de éstas.

Sin embargo, quiero proponerte una idea. La próxima vez que termines esa actividad, piensa qué tan presente estuviste mientras la hacías. Probablemente te darás cuenta que durante toda, o gran parte de la actividad, tu mente estuvo trabajando en segundo plano. Quizá viste un árbol que te recordó alguna experiencia, y esa experiencia te recordó un pendiente que tenías, y así consecutivamente. 

Estamos acostumbrados a tener la mente trabajando todo el tiempo, especialmente cuando estamos haciendo actividades relajantes o situaciones que nuestro cerebro considere "fuera de peligro".

Integra el mindfulness a tus actividades

Lo interesante de la meditación, es que va mucho más allá de sentarse en cierta posición y estar en pausa total. La meditación es una técnica, no una rutina; y por tanto se puede integrar a diferentes actividades—incluso podrás encontrar meditaciones para hacer caminando, meditaciones de pie... una gran variedad de formas diferentes de llevarlas a cabo. Prueba diferentes técnicas, y seguramente encontrarás una que se adapte a tu rutina. Recuerda que el mindfulness se trata simplemente de estar presente, y conforme vayas practicándolo más y más, incluso podrás notar que tu rutina de relajación se hace aún más plena y disfrutable.

No me gusta lo que me va a decir mi mente.

Esta quizá es la declaración más honesta de todas—y con justa razón. Todos somos humanos, y por tanto vamos "llenando nuestro armario" conforme vamos viviendo diferentes experiencias. Algunos articulos serán grandes y pesados, y lo más fácil para nosotros es simplemente echarles más cosas encima para taparlos. Sin embargo, cuando llega la hora de limpiar nuestro armario, es simplemente natural que—debajo de todas esas capas—sorpresivamente nos encontremos con ellos de nuevo. Es muy fácil pretender que no están ahí cuando los tapamos, pero en realidad nunca se fueron.

Sin embargo, la meditación no se trata de desaparecer estos pensamientos (ni éstos ni ninguno), sino de aprender a mirarlos sin juicio, de aprender a vivir en paz con ellos. Por supuesto, complementar tu práctica con ayuda profesional es altamente recomendable si verdaderamente deseas hacer un trabajo más a fondo, pero la meditación es una herramienta valiosísima para dar el primer paso.

Claro que suena atemorizante, a nadie nos gusta enfrentarnos a pensamientos que quizá nos tomó mucho "enterrar"; sin embargo, como una mochila a la que le vamos introduciendo cada vez más artículos, nuestra mente simplemente se irá cargando de más y más pensamientos, sin poder liberar o dejar ir nada. Imagina qué cansado. ¿No te gustaría sacar algunas cosas, y que la mochila pese menos?

Nuevamente, la meditación no busca confrontarte, más bien, busca enseñarte a no aferrarte a los pensamientos y emociones; busca que descubras la paz que puedes conseguir al enfocarte plenamente en el ahora, y a dejar ir.

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